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Autocuido con compasión: una necesidad vital para terapeutas en contextos de alta demanda

En los espacios clínicos donde el dolor, el trauma y la desesperanza son compañeros en la cotidianidad, los terapeutas no solo escuchan el sufrimiento: lo sostienen, lo procesan y lo transforman poco a poco junto a sus pacientes. Sin embargo, ¿Qué ocurre cuando ese dolor comienza a alojarse en el cuerpo y en la mente del terapeuta?


Atender casos graves  - como intentos suicidas, duelos no resueltos, violencias extremas o crisis agudas - puede generar un impacto emocional profundo, que se manifiesta en desgaste por empatía, fatiga por compasión, o incluso síntomas de estrés postraumático secundario (Figley, 1995). En contextos de alta demanda, como los que enfrentamos en muchos servicios de salud mental en El Salvador y porque no decirlo, en Centroamérica,  el riesgo se agudiza.


Desde la teoría de la compasión, el autocuidado del terapeuta no es un acto de indulgencia ni un acto que debe romantizarse, sino un compromiso ético con su propia humanidad y con la calidad del vínculo terapéutico. Según Gilbert (2010), la compasión implica 'ser sensible al sufrimiento propio y ajeno, con un compromiso profundo para aliviarlo'. Así, el terapeuta compasivo no solo cuida al otro, sino que cultiva conscientemente prácticas que le permitan restaurarse emocional y físicamente.


Algunas estrategias recomendadas incluyen:- Prácticas de autocompasión y mindfulness para reconocer límites internos sin juicio (Neff, 2003).- Supervisión clínica sensible que ofrezca un espacio seguro de reflexión sobre lo que impacta y moviliza.- Rituales de cierre del día clínico, como escribir una frase de liberación o hacer una caminata consciente.- Espacios creativos y comunitarios que regeneren sentido (arte, naturaleza, poesía, espiritualidad).


En Centro de Psicología Althea, creemos en cuidar a quienes cuidan. Reconocer la vulnerabilidad del terapeuta no es debilidad, es lucidez. Solo cuando el terapeuta se incluye en el círculo de la compasión, puede sostener al otro sin quebrarse, abrir espacios de esperanza sin agotarse, y habitar el encuentro terapéutico como un acto recíproco de humanidad.


Referencias:


- Figley, C. R. (1995). Compassion fatigue: Coping with secondary traumatic stress disorder in those who treat the traumatized. Brunner/Mazel.


- Gilbert, P. (2010). The compassionate mind: A new approach to life's challenges. New Harbinger Publications.


- Neff, K. D. (2003). Self-compassion: An alternative conceptualization of a healthy attitude toward oneself. Self and Identity, 2(2), 85–101).

 
 
 

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